El Presidente Alberto Fernández funciona como el gerente que opera la grieta. La Dueña de la grieta es la vicepresidenta, y su círculo de incondicionales, entre los que se encuentran, con diferentes estilos, desde Oscar Parrilli hasta Máximo Kirchner. Pero el jefe de Estado la saca a relucir cada tanto, con el único objetivo de evitar el enojo de Cristina.