La imagen de Mauricio Macri bajó cerca de nueve puntos desde que se conoció la polémica del Correo. Y por primera vez desde que asumió, el Presidente tomó conciencia cabal del verdadero poder de daño de Cristina Fernández y de su mesa chica de inteligencia paralela. Ni él ni los principales hombres del Gobierno, ahora, tienen dudas. Según este análisis, la ex presidenta, junto a personajes a quienes consideran oscuros y resbaladizos, como el dipu-espía, Rodolfo Tahilade, Horacio Verbitsky y la procuradora Alejandra Gils Carbó a través de los fiscales que le responden estarían impulsando, de manera coordinada y subrepticia, un sistemático operativo de destrucción de la imagen del Jefe de Estado. Es decir: un serio intento de transformar a Macri en Fernando De la Rúa no por la vía de la crisis social y económica, sino con la instalación de la idea de que el Presidente es tan corrupto como la misma Cristina Fernández, Ricardo Jaime o el mismísimo José López.