Al gobierno de Mauricio Macri, más que comunicación, le falta política. Tres o cuatro ejemplos van a servir para ilustrar e argumento. El viernes pasado, César Milani fue detenido acusado de torturar, haber desparecido y probablemente matar a integrantes de una familia perseguida por la dictadura. El dato pega en el corazón de uno de los capitales simbólicos más importantes del cristinismo: la política de derechos humanos. No hay manera de justificar sin parecer un cínico o un hipócrita o una mala persona, como fue que la expresidente lo nombró Comandante en jefe del ejército. Tenés que ser Juan Cabandié, quien en vez de llamarse a silencio pidió celebrar su detención. O Guillermo Moreno, que podría mentir hasta el infinito, sin hacerle asco a nada: ni a la negación de las estadísticas oficiales ni a la subestimación el plan criminal sistemático de la dictadura.