Hace muy poco, para justificar su postura ante la usurpación del campo Casa Nueva, propiedad de parte de la familia Etchevhere, un periodista afirmó: “yo soy anti-grieta”. Más allá del periodista en cuestión y de la dudosa categoría donde se ubica, un profesional serio, a esa altura del conflicto, debería trabajar con datos duros. En este caso, hay un dato incontrastable: la constancia de la escritura en la que Dolores Etchevhere cede su parte de la sucesión. Este es, precisamente, uno de los problemas de los auto-percibidos “anti-grieta”. Ignoran o subestiman los hechos. Se sienten más cómodos, instalados en el falso escenario de “las dos campanas”.