No hay una conspiración para alentar la fuga de argentinos al exterior. Lo que hay es una sensación generalizada de desesperanza y falta de horizonte. No es, como sostiene el canciller Felipe Solá, un grupo chico de ricos quienes fantasean con la idea. Son millones de argentinos, más allá de que unos pocos, sí, lo puedan lograr. No es solo el impuesto a los grandes patrimonios y la creciente presión impositiva que alcanza, incluso, a quienes están al borde de la línea de la pobreza.