(Columna publicada en Diario La Nación) A diferencia de Alberto Fernández, Cristina Fernández es determinada. Muy determinada. Sabe lo que quiere. Y como conseguirlo. Además, posee una mirada sobre el futuro. No solo sobre donde pararse en las legislativas del año que viene. De acá a varios años. El Presidente, en cambio, tiene la cultura política del “operador”, el “lobista” o el “negociador” entre partes enfrentadas. Es, por qué no decirlo, un fiel representante “argento” del “vamos viendo”. Todo lo anterior es una descripción, sin consideraciones éticas ni morales. Es más: las características esenciales de una y del otro, combinadas, les sirvieron, a ambos, para “inventar” una gran “bolsa de gatos” y de oportunistas, denominada Frente de Todos, y ganar una elección.