Ayer, Albero Fernández intentó colocarse por encima de la grieta al afirmar: “Voy a terminar con los odiadores seriales”. La frase debe haber confundido a una buena parte de la sociedad, porque la pronunció después de reenviar un tuit de alta violencia simbólica. Lo subió un militante k. Era el montaje de un video donde cada respuesta del jefe de gabinete a las preguntas de Diego Leuco estaba acompañada por la imagen y el sonido de una piña. La violencia simbólica, desde lo más alto del poder, puede reproducir, hacia abajo, violencia física.