(Columna publicada en diario La Nación) La estrategia de demolición de periodistas tiene una potencia inusitada y recursos abundantes. La desproporción de fuerzas es abrumadora. De un lado, una sola persona. Del otro, un “grupo de tareas” integrado por una enorme cantidad de individuos y organizaciones diversas. Desde la líder del partido oficialista y vicepresidenta de la Nación , en la primera línea de fuego, hasta lúmpenes que cobran de un Estado municipal por escrachar de manera virtual y física al periodista elegido como blanco de turno.