(Columna publicada en Diario La Nación) Muchos de los que venimos investigando los hechos de corrupción de la era K desde hace más de diez años llegamos a pensar que, después del enorme impacto de las imágenes de José López, de madrugada, ingresando bolsos con 9 millones de dólares, armas y joyas a un monasterio de General Rodríguez, ya nada podría sorprendernos. Parecía que habíamos tenido suficiente con Leonardo Fariña y la ruta del dinero K, con el video de las máquinas de contar billetes de la financiera denominada La Rosadita, la saga de la detención de Lázaro Báez, Cristóbal López y la megacausa que se podría llegar a presentar con los juicios de Hotesur, Los Sauces, Vialidad Nacional y los retornos recibidos por Cristina Fernández a través del pago de alquileres de su departamento en Puerto Madero y el gerenciamiento de los hoteles en la Patagonia.