(Columna publicada en Diario El Cronista Comercial) Hace un tiempo escribí un artículo sobre los periodistas a los que irónicamente se los denomina como habitantes de Corea del Centro. Los definí, palabra más, palabra menos, como aquellos que necesitaban sobreactuar la crítica y amplificar las denuncias contra el gobierno de Mauricio Macri como parte de una campaña personal que los pondría más allá de la grieta y les daría cierto lustre intelectual o determinada superioridad moral. El CEO de Perfil, Jorge Fontevecchia, enseguida recogió el guante y se empezó a defender y justificar su trabajo, pero enseguida le escribí para explicarle que no pensé en él, especialmente, y sí en quiénes sobreactuaban. Igual, no pareció prestarme mucha atención, porque desde ese día aprovechó el artículo para interpretar el concepto, a mi entender, de manera equívoca: para incluirse entre los periodistas y los medios que critican a los gobiernos más allá de la cantidad de votos que hayan obtenidos y la oficialitis de turno. Como no se trata una idea sencilla, ahora que los Martín Fierro de radio generaron una nueva controversia, voy a intentar explicar a qué me refería.