Si fuera por el presidente Mauricio Macri, ya habría mandado a los gordos de la CGT a la miércoles. Y lo mismo habría hecho con los formadores de precios que siempre tienen un argumento a flor de labios para remarcar. Y les hubiera cantado las cuarenta y unas cuántas más a los hombres de negocios que lo aplaudieron en el coloquio de IDEA pero no fueron capaces de enfrentar ni a Néstor Kirchner ni a Cristina Fernández ni a Guillermo Moreno en el momento en que lo tenían que hacer. Son los mismos que ahora sostienen que, para invertir, es decir, para sacar dinero de su propio bolsillo a la espera de obtener algo de rentabilidad en el mediano o el largo plazo, necesitan, todavía, más señales concretas. ¿Qué señales? Como mínimo, un nuevo triunfo de Cambiemos en las elecciones legislativas del año que viene. O una garantía de que los legisladores del Frente para la Victoria, el peronismo no kirchnerista y el Frente Renovador no van a volver a impulsar leyes antiempresarias o antiinversión.