La que pasó fue una mala semana para Mauricio Macri. No solo porque perdió la candidata a presidenta de los Estados Unidos por la que apostó, de manera ostensible, tanto él, como su canciller, Susana Malcorra, y el embajador de los Estados Unidos, Martín Lousteau. También porque empezó a registrar, quizá como nunca antes, que desde el mismo núcleo duro de la gente que lo votó se está teniendo la percepción de que no viene dando “pie con bola” para lograr una baja de inflación de manera definitiva con el consiguiente crecimiento de la economía y el consumo que él mismo había pronosticado para el segundo semestre.