No habrá que esperar hasta que asuma, en enero, para determinar si la victoria de Donald Trump será negativa para los Estados Unidos, para el mundo y también para la Argentina. Las malas noticias están sucediendo ahora mismo. El alza del dólar y el encarecimiento del crédito internacional más la fundada sospecha de que Trump será mucho más proteccionista que Barack Obama ya están afectando la economía nacional, cuyos componentes positivos eran hasta ahora la confianza, la expectativa futura, el crédito barato y la apuesta real a la globalización. Las acciones de la mayoría de las empresas nacionales y los bonos de corto y largo plazos vienen a la baja, y no hay nada que indique que esta tendencia se revertirá. El derribo de la barrera arancelaria para que entren en Estados Unidos las exportaciones argentinas de carne y limón sigue en veremos, y nada hace prever que la nueva administración, con su defensa del americanismo, las levante en el corto plazo.