(Columna publicada en Diario El Cronista Comercial) En el gobierno nacional, las posiciones están dividas: hay quienes festejan la sorpresiva detención del ex videpresidente, Amado Boudou, y hay quienes lamentan la manera en que se decidió y el hecho de que se lo mostrara en público descalzo, en piyama, despeinado, mientras le leían sus derechos. Entre los segundos, hay muchos hombres del Presidente que se ocupan, precisamente, de tomarle el pulso a la justicia federal, y a algunos magistrados en particular. Ellos piensan que Ariel Lijo ordenó su detención en respuesta a la denuncia del Colegio de Abogados, cuyos miembros presentaron al magistrado como uno de los que más se demoraba en procesar y condenar a los responsables de cometer delitos. Si de verdad fue esa la motivación de Lijo, su reacción fue casi inmediata. Entre un hecho y otro no pasaron más de 72 horas.