(Columna publicada en Diario El Cronista Comercial) Como sucesora de Néstor Kirchner, Cristina Fernández iba a ser inmejorable. El expresidente había tenido que ingresar con el hacha de un bombero a romper las paredes de la casa para salvar a las familias que estaban atrapadas. No había tenido tiempo de discriminar entre los muebles desechables y las obras de arte. Las víctimas lo esperaron en la calle. Lo aplaudieron. Pero después entraron a la casa y comprobaron que estaba toda destrozada. Cristina llegaría para reconstruirla y embellecerla. También para apartar de la brigada de bomberos a los que, detrás del propio Kirchner, en el revoleo del rescate, se habían quedado con cosas ajenas.