(Columna publicada en Diario La Nación) Mientras reza para que el valor del dólar no se dispare de nuevo, Macri debe de estar pensando en algo parecido a lo que le dijo a un amigo, a fines de 2018, antes de las Fiestas, con lágrimas en los ojos, agobiado después de haber vivido uno de los peores años de su vida: “Ahora hay millones que me putean. Pero vas a ver que con el tiempo me van a extrañar y van a valorar todo lo que hicimos por la Argentina”. Quizá pensaba en Alfonsín, en Illia o en Frondizi, su presidente favorito. Ahora, como ingeniero que es, al mismo tiempo que intenta el milagro de dar vuelta el resultado electoral, acepta, en la intimidad, la mayoría de los errores cometidos, empezando por el pecado original de no decirle a la sociedad que Cristina Fernández le había entregado una bomba de tiempo con la mecha encendida.