La buena decisión original de instaurar una cuarentena estricta lo puso al Presidente en el mejor momento de su vida política. Con índices de aprobación jamás soñados. La flexibilización de la cuarentena lo irá bajando, de manera paulatina, a la tierra de los mortales. Y lo que es peor: lo enfrentará con una economía destrozada. Además pondrá en evidencia las fallas de gestión que hasta ahora aparecían disimuladas o tapadas por el coronavirus.