El ingenio popular suele ser sintético y directo: “Expropien a Lázaro Báez”; “Expropien a Cristóbal López” levantaron sus pancartas los empleados de Vicentín en Avellaneda, provincia de Santa Fe. Al mismo tiempo en que levantaban las pancartas, Alberto Fernández, llamaba por teléfono con el CEO de Vicentín, Santiago Nardelli. Hoy, por desgracia, tenemos que volver a preguntar: “¿Qué le pasa al Presidente?”. ¿Es coherente anunciar el intento de expropiación de una empresa de semejantes dimensiones y recién 48 horas después explicar a sus dueños por qué lo estarían haciendo?