Más temprano que tarde, la dinámica de los acontecimientos está demostrando que la vicepresidenta Cristina Fernández quiere romper el sistema, y que el Presidente no la puede detener. El anuncio de la expropiación de Vicentín es la gota que derramó el vaso. Que ahora quieran presentar como rescate a la amenaza de quedarse con la empresa no implica que el gobierno haya vuelto para atrás.