Al Presidente lo va a terminar rescatando la oposición

Es probable que Alberto Fernández haya cometido un pecado muy recurrente en la dirigencia política: haber tenido demasiada confianza en sí mismo. Haber pensado que, al aceptar ser candidato primero y obtener el cargo de presidente después, podría cumplir la promesa de quitarle de encima a Cristina Fernández sus causas judiciales, obtener su reivindicación, y pasar a la historia como el hombre que terminó con la grieta. Es posible también que haya soñado, con cierta ingenuidad, con fundar una corriente política parecida a la que lideró Raúl Alfonsín, basada en la defensa irrestricta del sistema democrático y en los valores de una República de iguales.

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¿Por qué nos quieren silenciar?

La renuncia de Rodolfo Canicoba Corral no debería poner contento a nadie. Porque ahora se va a ir a su mansión (a alguna de sus mansiones) a descansar. Y encima va a empezar a cobrar una jubilación de privilegio de más de 300 mil pesos. Nos queda un pequeño consuelo. Igual que Noberto Oyarbide, otro cachivache al servicio del poder de turno, Canicoba no va firmar un solo expediente más.

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