El Presidente no tiene juego propio. Ni espacio para armar una línea interna. Ni masa crítica para defenderse. Si a la embestida de Hebe de Bonafini, en sintonía con lo que dice y lo que piensa Cristina Fernández, solo tiene para oponerle al ministro de Defensa, Agustín Rossi, y el pedido de paciencia del ministro de Desarrollo de la provincia, Andrés Cuervo Larroque, debemos concluir que Alberto Fernández estaría en serios problemas.