Ayer, muchos se sorprendieron cuando hablamos del golpe de Cristina Fernández. Un golpe no tradicional. Parecido al que dio Alberto Fujimori en Perú, en 1992, cuando disolvió el Congreso e intervino el Poder Judicial y los organismos de control. Para los que todavía no entendieron, se trata de un golpe contra las instituciones y las personas que no pueden doblegar. Contra la oposición en el Congreso. Contra el Procurador General, Eduardo Casal, y contra los camaristas Leopoldo Bruglia, Pablo Bertuzzi y Germán Castelli, entre otros.