El método para evitar que la vicepresidenta se lleve el mundo por delante no puede ser una suerte de escrache en los domicilios de los miembros de la Corte Suprema de Justicia. Las intenciones finales pueden ser buenas, pero si se avanza desde el punto de vista físico, los que dicen defender la República se transforman en lo que no quieren para sus hijos: autoritarios que buscan imponer sus ideas de cualquier manera.