Uno de los más graves problemas de este gobierno es que para justificar su existencia, todos los días alimenta el resentimiento y el odio de clase un poquito más. El que mejor y con más brutalidad lo personificó fue Luis Delía, en aquella confesión que le propinó ante los micrófonos al genial Fernando Peña. “Odio tu plata. Odio tu casa, tus coches y tu historia. Odio a la gente como vos, que defiende un país injusto e inequitativo y que vive en San isidro”.