Diego es eterno, pero no era inmortal

Los que nacimos, crecimos, sufrimos e incluso nos indignamos, por motivos muy atendibles, con Diego Armando Maradona, hoy nos morimos un poco, junto con él. Que cada uno la cuente como quiera. En lo profundo, para mi hay un Diego que fue casi un amigo del barrio: jugué contra los cebollitas, unos minutos en cancha de Baby Fútbol, del club Añasco de La Paternal, cuando ya se hablaba de él como algo sobrenatural. Diego todavía no había cumplido los 13. Y, en mi recuerdo, en efecto, era algo de otro mundo.

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