Desde la vacuna rusa hasta la compra de Edenor, pasando por la flamante unción de Máximo Kirchner como mandamás del PJ bonaerense, no hay nada que no controle la vicepresidenta Cristina Fernández. Y al mismo tiempo, todo lo que controla, todo lo que maneja, parece estar envuelto en un enorme manto de oscuridad. Mejor dicho: oscuridad e impunidad.