Pasa más tiempo en los pasillos de los canales de tv, frente a los móviles, o atendiendo a los programas de radio, que solucionando los problemas reales de la inseguridad en la provincia. Es tan caradura que usa parte de los fondos públicos que Alberto, Cristina y el gobernador Kicillof le quitaron a la Ciudad para financiar su campaña proselitista, y ni siquiera se molesta en ocultarlo.