¿Cómo puede ser que asuma como ministro de Justicia un hombre considerado violento, improvisado, sospechado de haber cometido actos de corrupción y con fuertes vínculos con los servicios de inteligencia, los denominados “sótanos del poder?” ¿Cómo puede ser que en Formosa, la policía retenga indebidamente y prive de su libertad por varias horas a un grupo de diputados nacionales, con la excusa de que debían hacerse un PCR antes de ingresar a la provincia? ¿Es que acaso la Argentina se ha transformado en poco más de un año en una republiqueta bananera, y distraídos y preocupados por el COVID 19 como estamos, no nos terminamos de dar cuenta?