La contracara de Miguel Lifschitz, quien murió en Rosario, a los 65 años, sin colarse en la fila de los vacunados, no es Mauricio Macri, quien se acaba de inocular en Miami, sino Carlos Zannini. El procurador del Tesoro, jefe de todos los abogados del estado, no solo se robó una dosis para él y otra para su esposa. Además se hizo pasar por médico, pretende que las escuelas porteñas cierren sus puertas y trabaja para el mal. O mejor dicho: para complacer a su jefa, Cristina Fernández, que no es lo mismo, pero es igual.