La vicepresidente tiene razón: su gobierno está repleto de funcionarios que no funcionan. Sin ir más lejos, la primera es ella. ¿A qué juega, dentro del propio gobierno? Además de marcarle la cancha al presidente y posicionarse ¿cuál es su verdadera función? Se sabe que no hace otra cosa que pensar en ella. Que de la pandemia no dice ni mu, excepto en contadas ocasiones. Por ejemplo, el día en que la Argentina registró más muertos cada 24 horas, la semana pasada, ella no habló del COVID 19, sino de Pepín Rodríguez Simón. Es decir: volvió a hablar de ella y de su obsesión. La de conseguir impunidad a través de la venganza.