Los argentinos deberíamos tener mucho cuidado. Volvió Aníbal Fernández al gobierno, otro empleado de Cristóbal López en el corazón del poder; un dirigente que no tiene problemas en ensuciar a un fiscal muerto, que no le puede contestar; alguien capaz de robar algunos votos a un compañero peronista con tal de ganar la interna. Lo más curioso es que también volvió Julián Domínguez, el dirigente que denunció que Aníbal le robó los votos. El clima está demasiado enrarecido. La oposición debería estar alerta.