¿Por qué el Gobierno quiere hacer pública la declaración secreta del ex embajador Eduardo Sadous ante la Comisión Investigadora en Diputados? Porque espera que ninguno de los 23 empresarios que dieron su testimonio bajo identidad reservada ante el entonces Defensor del Pueblo, Eduardo Mondino, se atreva a repetir, frente a los legisladores, que para hacer negocios con Venezuela había que pagar comisiones ilegales.
El mensaje oficial no es explícito, pero sí contundente: los que se animen a decir lo que saben, quedarán expuestos ante la sociedad, igual que Sadous, y eso incluye la vida privada. Se trata de una jugada, como diría la Presidenta, cuasimafiosa. No persigue la búsqueda de la verdad sino evitar que se llegue a ella.
Las preguntas del diputado ultra k Carlos Kunkel a Sadous apuntaron en la misma dirección. Se parecieron a las que formulan los abogados defensores de los capo mafia cuando pretenden desacreditar al testigo clave. Su reconstrucción da vergüenza ajena.
-¿Participó de fiestas con adolescentes en la embajada? -preguntó Kunkel.
-La considero una pregunta improcedente. Pero no participé. Ni con menores ni con mayores- respondió Sadous.
-¿Es verdad que calificó de zambo al presidente de la República Bolivariana de Venezuela, Hugo Chávez?
-Nunca. Tengo amigos en todo el mundo y jamás los distinguiría por su color de piel. Además, siempre he gozado de la estima del gobierno de Chávez.
Se denomina zambo al nacido entre una persona de raza negra y otra amerindia.
Kunkel no terminó ahí. Quiso hacerle decir a Sadous que avalaba la censura de prensa cuando el diplomático habló de una operación en su contra para removerlo del cargo. Los otros diputados miraron a su colega asombrados. Pero el ex embajador mantuvo la compostura, a pesar de la bronca contenida.
- Si se meten con mi familia y con mi vida privada no me voy a quedar quieto. Y además voy a aceptar la entrevista que usted me viene pidiendo desde que fui a declarar ante el fiscal y ante el juez- le dijo el diplomático a un periodista con el que viene conversando seguido.
Las ofensiva judicial que encabezan Julio De Vido, Claudio Uberti y el entonces agregado comercial de la Argentina en Venezuela Alberto Álvarez Tufillo contra Sadous y, algunos periodistas, son parte de la misma jugada: como todavía la justicia no pudo probar la existencia de coimas, los que fueron involucrados se presentan como víctimas afectadas en su honor y cargan contra quienes aportan datos. Quieren hacerles saber a los que están pensando en abrir la boca que su osadía les puede costar mucho dinero y una fuerte campaña de desprestigio.
Sadous no es un héroe, ni un denunciante profesional, ni es un títere del ex presidente Eduardo Duhalde. Tampoco es un delincuente, ni trabaja a favor de "los capitales más concentrados", como sugirió el ministro De Vido. Tiene más de 30 años de carrera y es considerado un profesional serio y trabajador. Durante los 2 años, 7 meses y cuatro días que ocupó la embajada argentina en Caracas viajó a 18 de los 24 estados que tiene Venezuela y fue condecorado en 16 oportunidades. La última fue cuatro días antes de que lo despidieran. Entonces recibió la máxima distinción que se otorga en ese país: la orden de Francisco de Miranda.
El último viernes 25 de junio Sadous fue aplaudido por más de 200 personas después de que el locutor anunciara su presencia en un acto que se realizó en el pasaje Barolo.
La primera vez que Sadous habló sobre el escándalo del fideicomiso y las quejas de empresarios argentinos por el supuesto pedido de coimas de funcionarios de esta administración fue hace más de cuatro años. Sucedió en noviembre de 2005, ante periodistas que respetaron su pedido de off the record pero dieron a conocer los datos más jugosos con la firma de Jorge Lanata y la colaboración de Romina Manguel y Luciana Geuna, en Perfil.
Los periodistas fueron a buscar a Sadous, alertados por un empresario de una multinacional de ascensores que había quedado afuera de los negocios con Venezuela. Poco después el ex embajador se reunió en secreto con la diputada Elisa Carrió y le repitió lo que sabía. Ella y otros diputados de la Coalición Cívica (CC) lo agregaron a la mega denuncia por asociación ilícita contra Kirchner, De Vido, Carlos Zannini, Ricardo Jaime, Uberti y los empresarios considerados K: Lázaro Báez, Cristóbal López y Rudy Ulloa, entre otros.
En enero de 2009, cuando nadie lo esperaba, el juez Julián Ercolini y el fiscal Pollicita hicieron lugar a la denuncia.
Kirchner nunca creyó que la presentación de la CC se transformaría en expediente judicial. Esteban Righi, procurador general de la Nación y jefe de todos los fiscales federales debía encargarse de evitarlo. Para eso había citado a Pollicita en su despacho, antes de que la sangre llegara al río. Pero ese día el fiscal se levantó engripado y con fiebre. Para cuando el encuentro con Righi se hizo efectivo, el fiscal y el juez ya habían puesto la firma y considerado a la denuncia de Carrió digna de ser investigada.
En noviembre de 2009, yo publiqué en mi último libro la reconstrucción de un diálogo entre Sadous y Álvarez Tufillo. Álvarez aparecía trasladándole al ex embajador la inquietud de un empresario, quien deseaba saber "con quién había que arreglar" en agradecimiento por la concreción de un negocio. En abril de este año lo primero que hizo Sadous en sede judicial fue confirmar, en todos sus términos, la existencia de aquel diálogo. Pero como Sadous no daba el nombre ni el apellido de ningún empresario, Pollicita le exigió que lo suministrara. También le hizo entender que si se negaba a hacerlo, podía ser acusado de ocultar un delito de cuya operatoria tenía conocimiento. La presión del fiscal y la presencia del abogado de Uberti le hicieron comprender a Sadous que no le quedaba alternativa. Entonces empezó a contar todo lo que sabía. Incluso la identidad de los hombres de negocios que, según el testigo, se habían quejado por el exceso de dinero que le pedían desde el Gobierno para finiquitar los negocios.
El apuro de Cristina Fernández y de Néstor Kirchner por cerrar lo que la jefa de Estado calificó de "telenovela" tiene una explicación lógica. Es posible que hoy mismo la oposición logre en Diputados media sanción para modificar la composición del Consejo de la Magistratura. Para que se entienda bien: si este proyecto es aprobado por el Senado, la capacidad del kirchnerismo para amenazar a jueces que investigan al Gobierno o proteger a magistrados funcionales a Kirchner como Norberto Oyarbide, quedará reducida a cero. Y, al mismo tiempo, las causas contra el ex presidente y sus amigos de negocios cobrarán un nuevo impulso, porque los jueces que las tramitan dejarán de sentir sobre sus espaldas la presión de un juicio político rápido y demoledor.
¿Hasta dónde llegará la causa que hoy más preocupa al poder? Pollicita tiene la esperanza de encontrar pruebas en la ruta del dinero y en los balances de las empresas mencionadas por Sadous como partícipes necesarias de las operaciones cuestionadas. Ercolini, un magistrado de bajo perfil que maneja los tiempos políticos con la misma pericia que sus colegas más veteranos, cree que el paso de los días va a jugar a favor de la investigación.
Especial para lanacion.com