(Columna publicada en Diario El Cronista Comercial) El equipo de campaña de Cambiemos entró en estado de alerta. Sus responsables no quieren que la ola de optimismo que se percibe sobre el resultado de las próximas elecciones de octubre termine funcionando como un bumerán y les haga perder votos y poder.
El Presidente Mauricio Macri, quien a principios de año se mostraba como el más optimista, ahora dio la orden de no relajarse y hacer campaña todos los días, incluidos los fines de semana.
La gobernadora de la provincia, María Eugenia Vidal, mandó a decir que a la encuesta que muestra a Esteban Bullrich con el 40% de los votos, seis puntos por encima de Cristina Fernández, no hay que prestarle atención, porque todavía falta mucho.
Macri maneja datos que ubican a Cambiemos por encima de los 40 puntos a nivel nacional, pero solicitó que no se hagan públicos, porque no quiere que nadie festeje antes de tiempo. Horacio Rodríguez Larreta cree que Elisa Carrió va a superar los 50 puntos y su vice, Diego Santilli, calcula que Martín Lousteau quizá no alcance los dos dígitos. El Presidente espera mejores elecciones que las PASO en Santa Fe, Córdoba, Mendoza, La Pampa, Santa Cruz y Corrientes.
Al oficialismo todo parece salirle bien. La mayoría de los números de la economía son positivos. No para descorchar champagne. Sí para demostrar que se va por el buen camino. Bajó, poco, la pobreza. Subió, menos, la indigencia. Hay datos muy alentadores, como el aumento de la construcción pública y privada y la creciente demanda de créditos hipotecarios y personales. Hay otros más preocupantes, como la disminución de las exportaciones y la persistencia del altísimo déficit fiscal.
En actividades como la industria editorial, se espera un considerable aumento del consumo para las fiestas. También se acuerda un nuevo record en la venta de pasajes y paquetes turísticos para viajes dentro y fuera del país.
Y después está la política. Está la denominada lucha contra las mafias. La increíble imagen del Pata Medina diciendo barbaridades y arengando a su patota para incendiar la provincia. Los múltiples negocios sucios y paralelos en nombre de los trabajadores de la construcción. La percepción de que uno de los gremialistas más violentos y corruptos de la Argentina está ahora detenido porque Vidal no transó, tal como sucedió hace poco con el Rey de la Salada, Jorge Castillo. ¿Por qué ahora sí y antes no? Entre otras razones, porque el procurador Julio Conte-Grand instruyó a los fiscales y recomendó a los jueces que no los protegieran. Conte-Grand, quien goza la confianza de Vidal y la amistad de Carrió, envió un mensaje bien claro ni bien reemplazó a María del Carmen Falbo. "No vamos a proteger a nadie. Y menos a uno de los nuestros, si es que comete algún delito". Con Daniel Scioli como presidente y Aníbal Fernández como gobernador responden en los focus groups de más de una encuestadora esto no hubiera sucedido. Si hasta la segunda candidata en la lista a senadora nacional, Gladys González, siempre muy educada y medida, se animó a decir que cada vez que escuchaba a Cristina Fernández sentía repugnancia. Lo declaró con el contexto apropiado: explicó que le repugnaron sus respuestas elusivas sobre la tragedia de Once. Y una vez más sacó a relucir su antecedente más potente: el trabajo como interventora del SOMU, el sindicato de los Marítimos, que permitió la detención de Omar Caballo Suárez, un émulo de Pata Medina. Por lo demás, la expresidenta y sus seguidores de Unidad Ciudadana parecen trabajar para el equipo de campaña de Cambiemos. ¿Qué le agrega a Cristina el reportaje con Samuel Chiche Geblum para Crónica TV? Para colmo, todos los días aparece un blooper nuevo que la contamina todavía más. El audio de la secretaria de Desarrollo Social de la muncipalidad de Moreno, Adriana Palacio, pidiendo, por un lado, que la militancia no traiga banderas partidarias y, por el otro, invitado a dos escraches contra la gobernadora Vidal es un signo de hipocresía y de una forma de hacer política insostenible. Puede aparecer como algo repetitivo y hasta naturalizado pero funciona como una aspiradora de votos contra el ex Frente para la Victoria.
Y, como si todo esto fuera poco, Julio De Vido, Amado Boudou, según fuentes judiciales, podrían ir presos en cualquier momento. Algunos jueces suponen que no será antes de las elecciones del 22 de octubre. Pero ciertos fiscales nos piden que mantengamos los ojos bien abiertos. En los últimos días, algunos integrantes del denominado círculo rojo se preguntan hasta dónde irá el Presidente en su denominada lucha contra las mafias. Todavía hay quienes suponen que se trata de una mera jugada electoral y que su ánimo de justicia se desinflará después de la competencia electoral. Sin embargo, en conversaciones privadas, Macri sigue hablando de un grupo de personas a las que menciona con un número arbitrario: 582. El considera que son unos 582 tipos quienes están en el límite de la ley y siempre dispuestos a hacer negocios turbios y quitarle dinero al Estado con prácticas cuestionables.
No habla solo de dirigentes sindicales, aunque espera que Medina no sea el último. Identifica a empresarios, dirigentes políticos, jueces y también intelectuales que vivieron de subsidios en la época de Néstor y Cristina, y que no aceptan un modelo de país con más trabajo genuino y menos prebendas. También menciona a los gremialistas docentes que rechazan ser evaluados. No parece tener la guardia baja. Todos los días les pide a sus ministros que estén atentos ante la aparición de instalación de temas como el del Correo, la desaparición de Santiago Maldonado y los episodios de violencia que por ahora aparecen aislados pero podrían terminar con un muerto como Mariano Ferreyra o Maximiliano Kostecki y Darío Santillán. "Están desesperados. Pueden hacer cualquier cosa. Por eso hay que estar más atentos que nunca", piensa el Jefe de Estado.