Néstor Kirchner, el animal político más astuto de la Argentina, hizo las cuentas bien, allá lejos y hace tiempo. Si (Carlos) Reutemann no quiere, a (Francisco) De Narváez no lo dejan, y (Eduardo) Duhalde, (Felipe) Solá y (Mario) Das Neves no crecen en las encuestas, el único que le puede ganar con claridad en 2011, como aliado del Peronismo Federal, es Mauricio Macri.

Por eso empezó a esmerilarlo con energía y dedicación hace más de un año. Ahora festeja puertas adentro la confirmación de su procesamiento como partícipe necesario de una asociación ilícita destinada a escuchar de manera ilegal a su cuñado Néstor Leonardo y el ex esposo de una víctima del atentado contra la AMIA, Sergio Burstein.

Macri, para el ex presidente, sigue siendo el adversario más temido.

Kirchner supone que la popularidad del hijo de Franco –vinculada a Boca Juniors– y su imagen –asociada más a lo que está por venir que a lo viejo conocido– lo transformarían en imbatible durante las próximas elecciones presidenciales.

El ex presidente también sabe que un acuerdo entre Macri y los peronistas que no lo quieren es algo inevitable, más allá de los intentos de seducción que sus hombres hicieron sobre Duhalde, De Narváez, Solá y Das Neves, entre otros.

¿El jefe de Gobierno vio venir a Kirchner? Si. Pero por ingenuidad, por inexperiencia, por soberbia o por las tres cosas juntas, no supo, no pudo o no quiso delinear una estrategia exitosa para neutralizarlo. Sus hombres creían que la resolución de la Cámara no sería por unanimidad, y que el texto dejaría al ex presidente de Boca mejor parado.

Esperaban la decisión adversa de los camaristas Jorge Ballestero y Eduardo Farah, porque consideraban a ambos funcionales al gobierno nacional. Pero suponían que Eduardo Freiler, a quien definían como un juez con sentido común, votaría en disidencia.

“Vivimos en un país peligroso”, le escribió Macri, todavía en República Dominicana, a un hombre de confianza desde su celular, minutos después de haberse enterado del hecho, todavía conmocionado.

Ahora su equipo está abocado en hacer, a toda velocidad, lo que debería haber hecho seis meses antes, con paciencia y con cuidado. Esto es:

. Convencer a cada uno de los líderes de la oposición de que el jefe de Gobierno es inocente.
Incluso el propio Macri está dispuesto a pedir entrevistas personales con dirigentes como Elisa Carrió, Ernesto Sanz, Luis Juez y Pino Solanas para ejercer su derecho de defensa “político”.

. Ir a buscar a Duhalde, De Narváez y Solá para conversar sobre un acuerdo e ir juntos contra Kirchner en las elecciones presidenciales del año que viene.

Esto último era lo que Macri no quería. “Si los voy a buscar yo, cuando todavía no se pusieron de acuerdo entre ellos, les subo el precio antes de empezar”, razonaba hasta hace una semana, con lógica de ingeniero civil.

A los golpes está aprendiendo que la política es un poco más compleja que calcular cuánta arena y cuánto cemento se necesita para construir un edificio y que no se caiga.

¿Macri puede ser considerado miembro de una organización que espía y pincha teléfonos?

Los camaristas, igual que el sospechado juez Norberto Oyarbide, no pudieron probar que Macri conociera en persona a Ciro James, ni que este hubiera trabajado en Boca. Tampoco consiguieron evidencias de que el jefe de Gobierno hubiera dado la orden taxativa de escuchar las conversaciones de su cuñado o de Burstein. Sin embargo, igual que Oyarbide, consideran que el vínculo de James con el jefe de la Policía Metropolitana Jorge Fino Palacios está acreditado. Y que el nombramiento del espía en el Ministerio de Educación coincide, en el tiempo, con las escuchas realizadas. Al final, Ballestero, Farah y Freiler deducen que Macri, un hombre tan preocupado por los asuntos de la seguridad en la Ciudad, no podía ignorar las prácticas ilegales que pudiera ordenar Palacios a Ciro James.

¿Es suficiente la deducción para condenarlo?

Expertos en derecho penal como el diputado nacional por el radicalismo, Ricardo Gil Lavedra, sostienen que puede alcanzar, eventualmente, para procesarlo, pero nunca para condenarlo en firme. Carrió navega entre la mirada de Gil Lavedra y la ofensiva de uno de sus discípulos más aguerridos, el legislador por la Ciudad Fernando Sánchez, quien habla de Macri con el mismo desprecio con que se refiere a Kirchner.

Duhalde todavía no abrió la boca, pero ya mandó a decir que si la justicia empieza a sancionar sin evidencias y solo por deducción, Kirchner debería ser condenado a cadena perpetua.

Solo Jaime Durán Barba, el asesor estrella del jefe de Gobierno, supone que este nuevo golpe sumará más intención de votos para “Mauricio” y lo hará más presidenciable todavía.

Los kirchneristas más incondicionales ya dan a Macri por derrotado. Y hacen nuevas simulaciones electorales, contra Julio Cobos o contra Ricardo Alfonsín. “Ni uno ni otro resiste una campaña nacional en serio: desde 1983 hasta acá, ningún presidente radical pudo terminar su mandato”, dicen.

 

Publicado en El Cronista