El sostenido crecimiento de Néstor Kirchner y Cristina Fernández en las encuestas preocupa a la oposición en general, pero no inquieta a los que dicen manejar números finos y precisos. "Encuestadictos" como Eduardo Duhalde, Mauricio Macri y Francisco De Narváez siguen sosteniendo que el kirchnerismo tiene fecha de vencimiento, porque el ex presidente tiene el destino de su supuesta contrafigura: el senador Carlos Menem, quien le ganó a Kirchner en la primera ronda pero abandonó el ballotage, porque perdía 70 a 30.
Ellos creen que, si el esposo de la Presidenta se presenta, hará un buen papel en la primera vuelta, e incluso, hasta la puede llegar a ganar. Pero también afirman que no tiene ninguna posibilidad de triunfar en la segunda. “Ni él ni su esposa”, explican cerca de Duhalde.
¿Pero qué pasa si ambos siguen aumentando su imagen positiva y la economía no detiene su crecimiento, mientras la imagen de la mayoría de los líderes de la oposición, menos la de Ricardo Alfonsín y Mauricio Macri, sigue cayendo, sin prisa y sin pausa?
“Todavía hay tiempo para revertir la tendencia, pero lo que está pasando ahora es una señal de alerta para los que creíamos que Kirchner ya había perdido”, explicaron los que manejan los asuntos de Macri, mientras intentan capitalizar el empujón hacia arriba que le regaló la confirmación del procesamiento al colocarlo como el principal adversario del presidente del Unasur.
Uno de los directores de Poliarquía, la encuestadora que primero reconoció el fenómeno y que es una de las más precisas del mercado, explicó:
–De todos los argentinos en condiciones de votar en 2011, un poco más del 50 por ciento afirma que no votaría a Kirchner jamás, un poco menos del 25 por ciento contesta que lo hará sin ninguna duda y un 25 por ciento responde que hoy no lo votaría, pero que necesita saber quiénes serán los demás candidatos para decir taxativamente que no lo eligirá.
–¿Esto quiere decir que todavía tiene posibilidades de conquistar o reconquistar a un 25 por ciento del electorado?
–No. Quiere decir que, por ahora, Kirchner aparece como el único candidato. Pero cuando se definan las candidaturas del "panradicalismo" y el "pamperonismo" cerca de dos tercios de los votos se podrían ir a la oposición.
La reunión de esta semana del hombre más importante de Clarín, Héctor Magnetto, en su domicilio particular con Macri, Duhalde, Carlos Reutemann, Francisco De Narváez, Felipe Solá y tres periodistas del diario no fue ni la primera, ni la más importante. Tampoco será la única.
Su antecedente inmediato fue otra que se realizó el martes 4 de agosto de 2009 a las 9 y media de la noche, y de la que participaron Reutemann, Solá, los gobernadores de Córdoba, Juan Schiaretti, de Chubut, Mario Das Neves y el ex gobernador de Entre Ríos, Jorge Busti.
En ambos encuentros, los interrogantes que se plantearon, de manera más o menos sutil, son los de siempre. ¿Cómo se hace para evitar que Kirchner se perpetúe en el poder? ¿Podrían Julio Cobos o Ricardo Alfonsín gobernar con el temple y la eficiencia necesarias en caso de ganar las elecciones? ¿Serán capaces de soportar los embates de los cada vez más poderosos dirigentes sindicales y sociales?
Nadie lo afirmó de manera contundente. Sin embargo, quedó claro que si Reutemann no quiere, De Narváez no puede y a Duhalde y Solá no les alcanza, el peronismo disidente deberá acordar con Macri las condiciones de su candidatura, y contenerlo para evitar que su vía crucis judicial y político no lo termine sacando de la cancha.
El alerta del crecimiento de Kirchner, lo único que hizo, fue acelerar los tiempos de la negociación.
–Antes de fin de año deberíamos acordar la cancha, la camiseta, el árbitro y la pelota con la que vamos a jugar– explicó un operador del jefe de Gobierno.
Los operadores del Gran Titiritero trabajan en las sombras para evitar el gran acuerdo que lo alejaría del poder después de casi nueve años.
Publicado en El Cronista