Eduardo Duhalde dice que esta vez el candidato será él, porque la última vez que ayudó a alguien a ser presidente terminó instalando a "El Loco". Sin embargo, a Duhalde, la intención de voto todavía no le alcanza.
Elisa Carrió se va del Acuerdo Cívico y Social porque no se banca a "los gerentes" del radicalismo que "transarían" con Daniel Scioli y también con Néstor Kirchner, y produce una fuga de votos que Ricardo Alfonsín y Julio Cobos ahora están lamentando.
Hermes Binner sostiene que las retenciones al campo las debe fijar el Poder Ejecutivo, como si fuera un ministro de Cristina Fernández. Entonces genera demasiado ruido en su propio sector político y mucha alegría en el gobierno nacional.
Francisco de Narváez, a quien la Constitución no le permite postularse a presidente, dice que, excepto Carlos Reutemann, dentro del Peronismo Federal no hay un candidato capaz de ganarle a Kirchner. Y Kirchner festeja.
Mauricio Macri supone que, aún en el medio de la investigación por las escuchas telefónicas, los disidentes irán a buscarlo a él porque nadie mide mejor en las encuestas. Se trata de un modo de hacer política que consiste en no hacer política. Y en Olivos se frotan las manos.
Felipe Solá y Mario Das Neves también se sienten con tanto o más derecho que Macri y que Duhalde. Por eso, cada vez que pueden, los critican como si fueran la oposición de la oposición. Y el oficialismo se felicita de nuevo.
Carlos Reutemann les dice a sus amigos que no tiene ganas y, al público en general, que no es candidato. Y esto le deja el camino libre al plan del ex presidente.
Es decir: todos juegan para el Frente para la Victoria en general y para Néstor Kirchner en particular.
Y Kirchner, como una perfecta máquina electoral, potencia las debilidades de sus adversarios y pasa con su ambulancia llena de dinero a recoger a los heridos políticos de de la oposición, con el único objetivo de perpetuarse en el poder.
Es verdad que los argentinos no están pensando ahora en los comicios presidenciales de 2011. Que las preocupaciones más acuciantes son la inseguridad, la inflación y la corrupción gubernamental, en ese orden. Pero también es cierto que en la cabeza de muchos habitantes de este país están empezando a repiquetear preguntas que apuntan al futuro. Preguntas del estilo: ¿podrá un radical como Julio Cobos o Raúl Alfonsín gobernar un país tan conflictivo como éste? ¿podrá hacerlo Macri, si no es capaz de salir airoso de la embestida judicial que alienta el kirchnerismo? Duhalde, ¿no forma parte del pasado? ¿Se podrá confiar en Reutemann, un hombre que no habla, que no atiende el teléfono y se encierra en su casa de campo a meditar?
Todavía estas dudas no tienen una respuesta mayoritaria, como sí la tiene la pregunta de: ¿Te imaginás cuatro años más de Néstor Kirchner o Cristina Fernández de Kirchner? Porque lo intuyen o lo saben, ambos trabajan a destajo para reducir la sensación de hartazgo y desgaste que vienen provocando sus figuras y el ejercicio del poder.
Ahora los dos hablan bajito, casi en susurros. Y el ex presidente envía a sus títeres a esmerilar a opositores y periodistas para no aparecer como un cabrón o un hombre iracundo e intolerante.
Todavía los números no le alcanzan para ganar en primera vuelta o pensar con un triunfo apretado en la segunda. Pero mientras casi todos sigan trabajando para él, puede seguir soñando despierto.
Especial para lanacion.com