(Columna publicada en Diario El Cronista Comercial) Todo huele a coimas alrededor de varios jueces de Comodoro Py. Todo huele a coimas alrededor de Cristóbal López.
Las supuestos pagos que López habría realizado a Jorge Ballestero y Eduardo Farah por liberarlo y transformarlo de un evasor fraudulento a un moroso cualunque serían, en la lógica de negocios del empresario K, sólo el último capítulo de una serie presuntas compras de voluntades. Más que una coima, un estilo de hacer negocios. Más que un estilo: casi una manera de vivir. Hace ya casi 10 años, en 2009, Luis Juez fue el primero que se atrevió a denunciar a Cristóbal López.
Primero lo hizo en declaraciones grabadas para el libro "El Dueño". Casi de inmediato se presentó ante la Justicia. Más tarde lo repitió en televisión. Juez dijo: "Cristóbal López me ofreció pagar toda mi carrera política a cambio de que le firmara una habilitación para instalar un casino en Córdoba capital".
No habría sido la única vez que, según fuentes seguras, López usó el estilo compra de voluntades para aceitar sus negocios. Esto que voy a contar, me lo confesó Julio Bárbaro.
Cuando formaba parte del Gobierno y todavía era amigo del entonces presidente Kirchner, Bárbaro le dijo a Néstor que un empresario de medios lo quería conocer. Parece que el empresario de medios quería entrar al negocio de los tragamonedas. Necesitaba que Kirchner "lo habilitara". Cuenta Bárbaro que Néstor le preguntó si esa persona estaba dispuesta a pagarle más de 100 dólares por maquinita y por día. Bárbaro se quedó helado. Según él, de inmediato Kirchner le dijo que si no podía mejorar esa propuesta de retorno, que no perdiera tiempo en presentárselo. Porque era un negocio que ya tenía cerrado.
En efecto: según Bárbaro, ese era el precio o la tarifa de la coima que Kirchner, presuntamente, ya había arreglado con Cristóbal López. Cristóbal llegó ó a tener un total de 15.000 tragamonedas a lo largo y a lo ancho del país.
Si Bárbaro no mintió y esa conversación con Kirchner existió, habría que concluir que Néstor recibía más de un millón y medio de dólares por día, como pago de los favores que le hizo a Cristóbal.
Los funcionarios judiciales que están calculando el monto del valor de los bienes personales de Cristóbal López, están seguros de que, parte de su fortuna en negro, por haber sido amasada en los casinos, debería multiplicar por varios ceros su patrimonio en blanco. Es decir: la que habría acumulado dentro del sistema legal.
Por eso la AFIP quiere que el Estado le incaute a Cristóbal cuanto antes todos sus bienes, incluidos tres aviones, dos barcos, un conjunto de inmuebles y la flota de autos, que superarían los $ 3.200 millones.
La AFIP exige que Cristóbal empiece a pagar por lo menos una parte de los u$s 1000 millones que le debería al Estado por haberse robado lo recaudado por la transferencia del impuesto a los combustibles y haber comprado con ese dinero mal habido, desde bancos hasta petroleras y medios de comunicación.
¿Por qué digo que para Cristóbal López y su socio esto no sería un hecho aislado sino todo un estilo, o casi una manera de vivir? Porque lo volvió a demostrar cuando le envió esa carta cuasiextorsiva al presidente Mauricio Macri. Y lo siguió demostrando a través del inquietante diálogo que mantuve con él por mensaje de texto y que su asesor de prensa, Carlos Infante, me autorizó a revelar. La única manera de entenderlo, en los sótanos del poder, es con la siguiente traducción: "Si Macri me sigue jodiendo, si la Justicia me sigue molestando, voy a contar toda la plata en negro que puse para las campañas
del PRO o de Cambiemos a través de Nicky Caputo".
Pero ahora el panorama está más claro. O más oscuro. Depende de cómo se lo mire. Porque el fallo casi absolutorio de Cristóbal está haciendo las veces de un enorme ventilador con estiércol, que arroja toda la porquería hacia los cuatro costados. Porque ahora todo está bajo sospecha. Y a la vez todos sospechan de todos. El gobierno sospecha de la Corte Suprema porque dice que se acaba de alinear con los jueces federales y con el peronismo para evitar los cambios profundos que pretende hacer en la Justicia. Y no sospechan sólo eso. También sospechan que se juntaron para proteger a Cristina, De Vido y otros kirchneristas que acaban de dejar la cárcel, como Carlos Zannini, Luis DElía y Amado Boudou.
Al revés, la Corte y los jueces federales sospechan del presidente Macri porque dicen que se los quiere cargar uno a uno. Que lo de Norberto Oyarbide fue inevitable. Que lo del camarista Eduardo Freiler se veía venir. Que a Ballestero y a Farah hay que entregarlos porque dejaron los dedos marcados. Pero que hay que detener la sangría porque de otra manera se van llevar a todos puestos. Incluso, algunos jueces federales, y algún que otro fiscal, creen, que ya es hora de dar un gran batacazo. Otro gran batacazo a favor de algún que otro preso a los que los K consideran político, como De Vido o Milagro Sala. Y también creen que hay que dar otro gran batacazo en contra de algún alto funcionario del gobierno actual.
Me lo dijo hace tiempo un magistrado con mucha influencia entre sus pares. "En el Gobierno tienen que tener mucho, pero mucho cuidado con lo que sueñan, porque los sueños pueden convertirse en realidad. y si quieren de verdad una Justicia independiente, deben estar dispuestos a ser indagados, procesados y condenados, en el caso de que cometan algún delito que lo amerite".