(Columna presentada en Radio Berlín y publicada en Infobae) No se sabe si la corrida cambiaria terminó. Sí se sabe que la primera línea del Gobierno siente que recuperó el control de una situación inestable y negativa.
"Nosotros somos así. Funcionamos mejor bajo presión. Nos relajamos cuando no tenemos competencia o ningún problema enfrente", me dijo un ministro que estuvo en la primera línea de la "batalla" en absoluto off the récord. Se sentía aliviado. Y no paraba de elogiar a su colega, el ministro de Finanzas Luis Caputo, quien ayer, logró colocar casi 8.000 millones de pesos en bonos de mediano plazo, los denominados BOTE, la vedette del supermartes.
La alta fuente no se animó a decirlo en público, pero considera que lo peor de la turbulencia financiera ya pasó. Y que ahora hay que enfocarse en el "control de daños". Esto es: bajar la tasa de interés cuanto antes, para que no repercuta en el nivel de actividad. Hablar una y otra vez con los formadores de precios para que la inflación de mayo no supere los 2 puntos, apuntalar los planes sociales y encarar una baja del déficit más agresiva.
El ministro explicó que la estrategia política del presidente Mauricio Macri es la correcta. Abrirá las puertas al ala política de Cambiemos y toda la oposición para que le digan cómo bajar el déficit, más allá de la queja, la crítica y de proyectos como el que se acaba de aprobar en Diputados, a los que considera demagógicos.
Interpretó el ministro, que un buen ejemplo de la demagogia y la hipocresía es la oposición de la mayoría de los intendentes peronistas del conurbano a la decisión de la gobernadora María Eugenia Vidal de quitarle a las facturas de los servicios todos los componentes impositivos municipales.
"Dicen que están a favor de la gente y le cuelgan un impuesto disfrazado en el medio de las facturas de gas, de luz y de agua. Es una incoherencia. Es una contradicción. Es una hipocresía".
En esta línea va la estrategia política del Presidente: escuchar a la oposición y al mismo tiempo pedirle que haga públicas sus recetas.
La batalla se podría llamar: la verdad aunque duela versus la mentira que te hace feliz un minuto y te arruina el resto de la vida.