(Columna publicada en Diario El Cronista Comercial) Los que están cerca muy cerca del Presidente lo dicen en voz baja. Casi en silencio. Para que no sea interpretado como un dato de "soberbia" oficial o subestimación del mal momento económico que se encuentra atravesando el país. Ellos, los que están muy cerca, consideran que en las próximas elecciones Macri podría volver a ganar por las mismas razones que venció, raspando, a su rival, Daniel Scioli, en de 2015. Lo resumió, de manera brutal, uno de sus compañeros del Cardenal Newman:
"No será porque hayamos sido los mejores, ni porque la gente nos idolatre. Cometimos muchos errores y sería necio negarlo. Nos presentamos como los más aptos y desde diciembre a junio perdimos casi todos los partidos contra el mercado y la volatilidad del mundo. Ganaremos porque dentro de lo malo, en el contexto de un descontento generalizado, seremos vistos, de nuevo, como lo menos peor. O la opción menos mala". Después se rió de su propia ocurrencia. "Si. Podés poner que la gente ve claramente a Mauricio como el mejor de entre los peores".
La hipótesis está alimentada por varios datos que aparecen hoy en las encuestas cualitativas, más allá de su exagerado optimismo. El primer dato es que, aún después de las corridas cambiarias, la devaluación, el salto de la inflación y la recesión, el Presidente conserva un núcleo duro de intención de voto de entre 30% y 35%. El segundo dato es que entre quienes se sienten decepcionados o descontentos con Macri o el gobierno, un porcentaje considerable acepta que lo volvería a elegir, si la economía empieza a repuntar y no aparece otro candidato más confiable. El tercero es que solo Cristina Fernández, con un crecimiento módico pero constante de 30% de intención de voto a nivel nacional, tiene una base tan sólida como la de Macri, lo que no dificultaría la fuga de sus electores hacia una opción peronista más moderada. El cuarto dato es que dentro del peronismo no K, todavía no aparece un candidato capaz de llevarse el otro 30% del electorado. Y el quinto tiene que ver con algunas respuestas que ofrecen los entrevistados sobre el consumo, la economía y las costumbres.
Es como si la devaluación hubiese operado como un fuerte golpe de realidad, pero muy lejos a la desesperanza, la incertidumbre y la desesperación que generó la crisis de diciembre de 2001. "Hay una parte de los argentinos que ya no compra pececitos de colores. Son los que, por supuesto, no quieren que Cristina vuelva, pero tampoco se conforman con eslóganes fáciles contra el ajuste y a favor de la producción y el consumo. El que le quiera ganar a Mauricio, pero también a María Eugenia Vidal en la provincia y a Horacio Rodríguez Larreta, en la Ciudad, tendrá que explicar, con mucho detalle, de dónde va a obtener el dinero para hacerlo".
El optimismo oficial, según nuestra fuente, basado en encuestas cuantitativas y cualitativas, no incluye, por supuesto, la hipótesis de una nueva corrida ni de otra devaluación. Tampoco analiza los efectos del descontento social debido a la pérdida del poder adquisitivo del salario y el aumento de la pobreza. Menos incluye la posibilidad de un gran acuerdo entre cristinistas y peronistas no K, que los hagan aparecer juntos en la competencia electoral. Y nunca contempla que quienes jamás votarían por Cristina o por Macri terminen optando por un tercer postulante, capaz de llevarse puestos a los dos grandes representantes de la grieta y colarse en una segunda vuelta. Es decir: la hipótesis de un apasionante balotaje contra Macri, contra Cristina o el candidato que ella designe, pero con los representantes de la tercera opción con chances de ganar en el segundo turno electoral.
La fuente que está muy cerca del Presidente pero que no se arroga la facultad de hablar en nombre de él sostiene, sin embargo, que le importa menos ahora hablar del año que viene que parar, de manera definitiva, los vaivenes del precio del dólar y la contracara del remedio para contenerlo: las altísimas tasas de interés. "Hay que encontrarle una vuelta al asunto en los próximos días. Si no corremos el riesgo de entrar en otra turbulencia igual o peor que la última", se despidió.