(Columna presentada en Radio Berlín y publicada en Infobae) En el medio de la explosión de informaciones relevantes y accesorias sobre los cuadernos de la corrupción K, hay un dato que pasó desapercibido: el intento de Cristina Fernández de "plantarle" un abogado al hombre que describió, con lujo de detalles, las coimas que pagaron los empresarios a ella y al presidente Néstor Kirchner, entre otros.

El abogado se llama Norberto Frontini y fue puesto a dedo por el kirchnerismo en la Cámara de Casación en 2013. Especialista en cibercrimen, trabajó como asesor en la subsecretaría de Política Criminal del Ministerio de Justicia, cuando estaba a cargo de Julio Alak. Después fue designado, a propuesta del kirchnerismo, en la Cámara de Casación.

En los pasillos de Comodoro Py sostienen que Frontini, además de asesorar a Roberto Baratta, es el nexo con el equipo de penalistas que trabaja para la expresidenta.

Ni bien se enteró de que Centeno había sido citado a declarar, Frontini se presentó en el juzgado de Claudio Bonadio como el abogado autorizado del chofer. Sin embargo el magistrado, en línea directa con el fiscal Carlos Stornelli, quien lo estaba terminando de convencer para que se acogiera al régimen de testigo protegido, le hizo saber que Centeno todavía no lo había confirmado, de manera oficial, como su defensor en esta causa.


Ese gesto de Bonadio y el planteo de Stornelli a Centeno sobre los beneficios de transformarse en un pentito fue determinante para encauzar la investigación.

Ahora tanto el juez como el fiscal trabajan en otra dirección que podría dar sus frutos en las próximas horas: la posibilidad de que cualquiera de los empresarios y exfuncionarios detenidos, se sume a la lista de arrepentidos, hable y aporte más detalles sobre el sistema de corrupción de la era K.

Los intentos de plantar abogados "del palo" para evitar que los testigos con información comprometedora la aporten a la causa no son nuevos ni poco conocidos. Lo trataron de hacer con Leonardo Fariña antes de que presentara su declaración más relevante, que sirvió para activar el juicio de la ruta del dinero K. Pero entonces el fiscal Guillermo Marijuán, al tanto de la jugada, lo alertó y logró que se convirtiera en el primer testigo protegido.

Y hay un dato que muy pocos conocen: el propio Daniel Muñoz, antes de morir de cáncer, había contratado los servicios de un abogado penalista que lo había terminado de convencer de colaborar con la justicia. Pero a último momento, dos profesionales enviados por Máximo Kirchner lo convencieron de cambiar de representación.

Ahora la viuda y los presuntos testaferros del exsecretario privado de Néstor Kirchner están aterrados, en el medio de una puja por quedarse con los bienes de Muñoz y la posibilidad de ir a la cárcel, como cómplices del valijero.