(columna presentada en Radio Berlín y publicada en Infobae) El ala política del gobierno de Mauricio Macri se puso en estado de alerta. Sus principales referentes creen que la saga de los cuadernos de la corrupción "no va durar toda la vida" y que el malestar se va a acrecentar por el nuevo repunte del dólar, su impacto en la inflación y, en especial, en los productos de la canasta básica.
Cerca de la gobernadora de la provincia de Buenos Aires, María Eugenia Vidal, afirman que los sectores más humildes del conurbano bonaerense permanecen "calmos, pero en tensión". Lo que explica que casi todo se mantenga "bajo control" es el refuerzo de las partidas de las bolsas de comida y la fluida comunicación con los intendentes, quienes avisan ante cada señal de tensión.
Lo mismo sucede con la ministra de Desarrollo Social, Carolina Stanley. De diálogo muy franco con la mayoría de los dirigentes sociales, se preocupa porque la situación no se salga de madre, y negocia casi todos los días una mejora o la inclusión de personas con necesidades en los planes sociales vigentes.
A Vidal, al jefe de gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, Horacio Rodríguez Larreta, al ministro del Interior, Rogelio Frigerio, y a Emilio Monzó, entre otros, les preocupa que las malas noticias económicas se multipliquen, y que ninguna buena noticia sirva para aplacar el descontento y la decepción. Uno de ellos desmintió, de manera terminante, que le hayan propuesto al presidente cambios en el gabinete, con un ministro de Economía fuerte y la salida de los vicejefes de gabinete, Mario Quintana y Gustavo Lopetegui.
También desmintió el supuesto pedido de Macri a Rodríguez Larreta de que se tome una licencia como jefe de gobierno de la Ciudad para reemplazar al jefe de gabinete Marcos Peña.
El Presidente, a pesar de todo, sigue siendo optimista. Repite, a quien quiera escucharlo, que la mejor noticia económica es que no se haya cambiado abruptamente el rumbo después de la tormenta de frente que provocó una corrida cambiaria que, cada tanto, amenaza con repetirse. Macri sostiene, en la intimidad, que el dólar alto es una mala noticia porque impacta en los precios de los alimentos, pero terminará por reactivar la economía en general, a partir del año que viene, con el producido de una nueva cosecha sin sequía.
El jefe de Estado insiste en que hay que mirar todo el país, en especial la región del Centro, y empezar a calcular cuánto está aportando ahora mismo al PBI la actividad turística y el boom de Vaca Muerta.
"Si en vez de robarse todo y poner la energía en cómo eliminar al enemigo político hubieran empezado a trabajar en Vaca Muerta unos años antes, hoy estaríamos exportando energía, con los números equilibrados, y una economía fuerte y en expansión", afirma Macri, en una reflexión sobre la coyuntura.
En cambio, los que operan sobre el día a día se muestran impacientes y en tiempo de descuento. Frigerio y Monzó apuestan parte de sus carreras políticas a la aprobación del nuevo presupuesto, antes de que termine septiembre. El primero vaticina que no será fácil, pero que sucederá. El segundo, ya curado de espanto, quiere contar poroto por poroto, una vez que los gobernadores terminen las negociaciones con el Poder Ejecutivo Nacional.
"La esperanza del peronismo en 2019, en vez de hacerlos más previsibles y racionales, los hace más imprevisibles y más duros", explicó otro diputado nacional de contacto directo con el Presidente y casi todo el gabinete. Integrante indiscutido del ala política, también permanece en estado de alerta. Y propone más cercanía dialéctica y real del presidente hacia los que menos tienen, en línea con la estrategia de Vidal.