(Columna presentada en Radio Berlín y publicada en Infobae) En el medio de las negociaciones traumáticas por un profundo cambio de gabinete que al final no se dio, el presidente Mauricio Macri repitió ante sus interlocutores: "No hay magia. De esto se sale convenciendo al mundo de que esta vez vamos a mantener el rumbo y no vamos a volver al populismo".

Al mismo tiempo, terminaba de decidir una de las medidas que tomó más a disgusto desde que asumió en diciembre de 2015: la suspensión de la baja de las retenciones a las exportaciones.

A quienes se le acercan para intentar convencerlo de que firme un gran acuerdo político con la oposición, les responde. "Con la oposición nos reunimos todos los días, todo el tiempo. Estamos avanzando en un acuerdo para la aprobación del presupuesto. ¿Qué otra cosa quieren que hagamos? ¿Armar una foto antes de terminar de discutir los aspectos técnicos?", pregunta.

El Presidente cree saber cuál es el juego del peronismo no kirchnerista: desgastarlo, obligarlo a que haga todo el trabajo sucio, para que llegue a las elecciones del año que viene hecho un harapo, a punto de caramelo para ganarle en la segunda vuelta.

O también: ponerlo en una situación que haga repensar a Cambiemos la idea de llevarlo como candidato a la reelección.

En todo caso no es muy distinta a la estrategia del oficialismo con respecto a Cristina Fernández: a pesar de que entienden que su situación procesal justificaría la prisión preventiva, la prefieren libre y desgastada, que detenida y transformada en víctima o mártir.

¿Por qué no ingresaron al gabinete los radicales a los que les habrían propuesto sumarse? Porque las negociaciones fueron tan frenéticas y tan desprolijas que terminaron conspirando contra una buena resolución.

El jefe de Estado no parece muy afectado por la no inclusión como ministros de Ernesto Sanz, Alfonso Prat-Gay, Martín Lousteau. Tampoco parece inquietarle las idas y venidas del nombre de Carlos Melconian para reemplazar a Nicolás Dujonve.

"En el fondo, lo que más importa es que terminemos la negociación con el Fondo y aprobemos el presupuesto 2019 en el Congreso. En todo caso, ya habrá tiempo para sanar las heridas abiertas el fin de semana pasado y volver a conversar lo que haya que conversar", sugieren cerca del Presidente.

¿Esto significa que Macri está dispuesto a darle a su gabinete el volumen político que le pide casi todo el círculo rojo? "Ustedes presentan a Mauricio como un caprichoso, pero la verdad es que está dispuesto a hacer todos los cambios que requiera la hora. El problema es que ahora estamos concentrados en estabilizar el tipo de cambio, porque sin eso, ni siquiera podemos sentarnos a hablar con nadie", se sinceró un integrante de la mesa chica. El tiempo y el mercado dirán quién tiene razón.