(Columna presentada en Radio Berlín y publicada en Infobae) El presidente Mauricio Macri dijo en su último discurso público que esta "tenía que ser la última crisis". Más allá de que la mayoría de los argentinos, agobiados como estamos ante los recientes cachetazos de los fortísimos aumentos del dólar, deseamos un poco de tranquilidad, al mismo tiempo, como analistas, nos permitimos dudar.
Para empezar: ¿de qué última crisis estaríamos hablando? ¿la cambiaria? Porque durante las últimas 48 horas el tipo de cambio "se tranquilizó", pero a costa de una tasa del 60 por ciento anual y un permiso "provisorio" del FMI al Banco Central para intervenir gastando reservas con el objetivo de que la divisa no pase los 40 pesos.
De cualquier manera, todos coinciden en que ya habría llegado a su techo, siempre y cuando los precios del resto de la economía no se disparen a una velocidad que vuelva a dejarlo "atrasado".
Para seguir: ¿de qué última crisis estamos hablando? ¿de la de la alta inflación con recesión? Porque si se acelera, los próximos días, semanas y meses serán de una fuerte tensión social.
¿Nos referimos a la madre de todas las crisis, la del déficit crónico? Porque si en los últimos 70 años, gobiernos más fuertes y con mayorías en ambas cámaras legislativas no pudieron o no quisieron, es raro que semejante desafío se llegue a lograr antes de octubre del año que viene.
Para no perder el hilo, ¿estamos hablando de la crisis política que tocó a la puerta bien fuerte durante el fin de semana pasado, que se inició con el rumor de un profundo cambio de gabinete que terminó en el módico desplazamiento de Mario Quintana y el revoleo de los nombres de Carlos Melconian, Ernesto Sanz, Alfonso Prat-Gay y Martín Lousteau, entre otros?
Y luego hay que detenerse en la oposición. Esta semana, los gobernadores peronistas y Sergio Massa realizaron un ejercicio de responsabilidad que debería ser reconocido. Porque sin abandonar la postura crítica, evitaron tirar nafta al fuego, mientras los ministros de Economía de las provincias avanzaban en el acuerdo para aprobar el presupuesto, quizá para el próximo martes.
Pero también hay que detenerse, y poner mucha atención, en los actuales y los próximos movimientos de Cristina Fernández, Hugo Moyano, Luis D'Elía y otros, quienes apuestan a la salida anticipada del Presidente, lo digan en público, como acto fallido o desde las sombras, sin pronunciar la palabra helicóptero.
La situación procesal de los tres ingresó en la fase "cuenta regresiva". Con el jefe de los Camioneros hay un problema de competencia. En cuanto se resuelva, una de las hipótesis es que le dicten la prisión preventiva en la causa donde se lo imputa como miembro de una asociación ilícita para defraudar al Club Atlético Independiente junto con su hijo mayor. Moyano lo sabe, por eso hace el ruido que hace. Él, Pablo, y Facundo también.
D'Elía puede quedar detenido en un futuro no muy lejano, cuando una sala de la Cámara de Casación lo encuentre responsable por su ingreso violento a una comisaría de La Boca, hace ya 14 años. D'Elía también lo sabe, y por eso, cada tanto, arroja combustible a la hoguera.
Y la expresidenta procesada por el juez Claudio Bonadio en la causa de los cuadernos. El juez la considera la jefa de la asociación ilícita que se apropió de manera indebida de miles de millones de pesos del Estado para repartirla entre empresarios que pagaron coimas y se beneficiaron con obras públicas.
Por eso, además de procesarla, pedirá otra vez su desafuero, para eventualmente, si lo considera necesario, ordenar el cese de su libertad ambulatoria. Ella, qué duda cabe, lo sabe y lo espera. Por eso, durante estas horas, presiona a través de sus incondicionales, a Miguel Pichetto, para que no se le ocurra cambiar de posición y que la siga protegiendo a través de los fueros parlamentarios.
Cuando el dólar sube, los cuadernos de la corrupción bajan. Cuando el dólar baja, los temas de corrupción vuelven a la primera plana. Por eso este fin de semana, la mesa chica del Presidente está tratando de confirmar la hipótesis de que algunos de los que ayudaron a subir el precio del dólar en los últimos días tendrían o no un vínculo con la megainvestigación judicial. Y este sube y baja también es parte de "la última crisis".