(Columna presentada en Radio Berlín y publicada en Infobae) La Argentina es un país extraño: todos hablamos de la crisis, pero nadie quiere pagar el ajuste. La foto de ayer del Presidente con todos los gobernadores, menos dos, luce como la de un acuerdo, pero la verdad es que es la demostración palpable de un juego perverso donde cada mandatario se juega su futuro político y no quiere resignar nada.
En la mayoría de las provincias, el empleo público funciona, en realidad, como un seguro de desempleo, y distorsiona a toda la economía. Durante el kirchnerismo, el empleo público en las provincias se incrementó más de un 50 por ciento. En las municipalidades, casi el 60. Y desde diciembre de 2015, cuando asumió Cambiemos, los puestos en distintos organismos del Estado aumentaron en promedio un 10 por ciento.
El costo de semejante despropósito lo pagó, por supuesto, el sector privado. En especial, las pequeñas y medianas empresas y los monotributistas que hacen su aporte al fisco sin ninguna posibilidad de evadir sus obligaciones.
La contracara de este desbarajuste es también política. Muchos de los nuevos empleados públicos trabajan además de "militantes" y son utilizados para organizar actos a favor de los intendentes y gobernadores que defienden su presupuesto con uñas y dientes.
La semana que viene se aprobará un presupuesto consensuado, pero el ajuste recaerá mucho más en la Nación que en las provincias, y es probable que los impuestos más injustos y distorsivos, como el de los sellos y el de ingresos brutos, continúen financiando la mala gestión de muchos mandatarios provinciales. Esto le dará un poco más de aire al presidente Mauricio Macri, pero no servirá para atacar los problemas de fondo.
Además de la crisis actual, la Argentina se enfrenta a un inconveniente adicional: el año que viene hay elecciones, y todos los que pretenden competir y ganar necesitan platita para la campaña.
En el medio de la investigación de los cuadernos de la corrupción, las empresas privadas no contribuirán, si no es en el estricto marco de la ley. Entonces el Estado, una vez más, se transformará en la principal fuente de financiamiento.
Y vos, que ya estás en el laburo y no te podés dar el lujo de faltar, porque perdés el premio al presentismo o te descuentan el día, de nuevo vas a ser uno de los principales financistas del sistema político. Parece mentira, pero es la pura verdad.