(Columna presentada en Radio Berlín y publicada en Infobae) El presidente Mauricio Macri siempre ve el vaso lleno: dice que el dato para destacar es que todavía mantiene cerca de un 35 por ciento de intención de voto, en el medio de la crisis económica, la inflación y la recesión. Dice también que este dato demuestra que, a pasar del profundo daño que le hizo el populismo a la Argentina y los adeptos con que cuenta a lo largo y a lo ancho del país, cada vez más gente comprende el cambio cultural que intenta plasmar desde Cambiemos.
Agrega que se trata de un cambio hacia el futuro. "De argentinos que comprenden una verdad sencilla: que no se puede gastar más de lo que se produce", explica. Todavía está impactado por la seguidilla de hechos que terminaron por volver atrás la inclusión en las próximas boletas de gas la compensación a las petroleras por la devaluación.
La obligación de hacerlo viene de una ley del gas impulsada por Carlos Menem en 1992, y fue apoyada de manera entusiasta, entre otros, por Oscar Parrilli, el incondicional de la ex presidenta Cristina Fernández. Es más: la impuso Néstor Kirchner en 2006, sin que nadie pusiera el grito en el cielo. Ahora era el propio Enargas el que aconsejaba trasladar la devaluación a los consumidores de gas de inmediato. Entonces Iguacel propuso al Enargas, por carta, dividirlo en cuotas, para evitar aumentos que impactarían en porcentajes que hubieran ido desde 150 a 200 por ciento, y de una sola vez.
Funcionarios de segunda línea le pasaron al dato a Cristina Fernández y la ex presidenta lo subió a su cuenta de twitter cambiando el eje de la cuestión: como si la decisión del secretario de Energía hubiese sido castigar a los usuarios. Tuvieron que pasar tres o cuatro días más para que se comprendiera que el costo de no cumplir con la ley implicaría romper contratos de las grandes petroleras con Vaca Muerta, que hasta ahora alcanzan los 150.000 millones de dólares, y que llevará a la Argentina al autoabastecimiento de energía en los próximos años.
"Lo increíble es que todo el círculo rojo, incluido algunos periodistas especializados, se comieron el cuentito mentiroso de Cristina", explicaron cerca del Presidente. En efecto, la exjefa de Estado es una gran comunicadora. Y todavía lo que dice, tiene una importante influencia no solo en el 30 por ciento del electorado que conforma su núcleo duro sino en muchos periodistas de la mayoría de los medios masivos. Su preponderancia se demuestra en que después de mucho tiempo y tantas evidencias, todavía hay muchos argentinos que creen que Marcela y Felipe Noble Herrara eran chicos desaparecidos y apropiados por la fallecida dueña de Clarín, Ernestina Herrera de Noble, que a Santiago Maldonado lo quiso hacer desaparecer la Gendarmería, y que Néstor y Cristina casi hicieron la revolución, cuando los índices de pobreza subieron y la concentración de la riqueza aumentó.
De hecho, uno de los grandes candidatos de Unidad Ciudadana para las elecciones del año que viene es Axel Kicillof, el ministro de Economía que tomó la decisión de dejar de medir la pobreza porque consideraba esa estadística pública "estigmatizante". La otra ventaja de Cristina es que, a pesar de que no hizo la más mínima autocrítica sobre la herencia que le dejó a la nueva administración, es la gran beneficiaria del "yo te lo dije". Esto es: "yo te dije que venía el fondo y nos iba a hundir en la pobreza. Yo te dije que con este gobierno nos íbamos a estrellar. Yo te dije que me quieren meter presa para tapar la crisis más grave de la historia reciente". Estos dos grandes debates, además de los hechos de corrupción que la tienen como protagonista, estarán presentes durante toda la campaña, que, como todo el mundo sabe, y aunque no se hizo oficial, ahora sí, acaba de comenzar. Macri y la ex presidenta volverá a ser la pelea de fondo, porque son los dos grandes exponentes de la grieta. Y eso parece inevitable.