(Columna presentada en Radio Berlín y publicada en Infobae) Aunque se supone que no es necesario aclararlo, el contexto lo amerita: ni Pablo Moyano es Juan Domingo Perón, ni el recibimiento no espontáneo que le hagan algunos choferes de camiones afiliados al sindicato en Ezeiza puede ser comparado con un regreso triunfal ni con el 17 de octubre de 1945.
Pablo Moyano, "el Salvaje", quien viene de Singapur, de un congreso de gremialistas del transporte, sigue estando imputado en una causa por corrupción, sospechado de ser el jefe de una asociación ilícita, organizada para defraudar a uno de los clubes de fútbol más grandes de la Argentina.
Pablo Moyano, hijo de Hugo, el sindicalista más poderoso de la Argentina, multimillonario, prepotente, autoritario, misógino como su padre, forma parte del entramado de empresas del clan que impulsó el enriquecimiento familiar y está terminando de quebrar a la obra social de los camioneros.
Pablo Moyano no impulsó la creación de nuevos derechos para los trabajadores, ni nada que se le parezca. El más iracundo de los Moyano no propició los tribunales de trabajo, ni redactó el estatuto del peón de campo o del periodista. Tampoco extendió la indemnización por despido de los empleados de comercio a todos los trabajadores. Y menos alentó la firma de nuevos convenios colectivos. Más bien todo lo contrario: "robó", gracias a la ayuda de Néstor Kirchner, trabajadores del comercio y se los llevó a su sindicato para mejorar los negocios del clan familiar.
Pablo Moyano, además, desprecia a los periodistas, y cada tanto insulta a alguno. Eso sí: siempre desde lejos y con muchos guardaespaldas a su alrededor. De hecho, en un acto contra el gobierno de Macri, se vio cómo fue corrido por unos cuántos chicos de La Cámpora, protegido siempre por gente más grandota que él, pero que curiosamente también huía. Pablo Moyano suele acordar con la patronal el despido de algún que otro trabajador si no lo considera del palo.
Pablo Moyano aparece siempre en los actos pero su principal actividad es arreglar cuestiones de negocios con Independiente y el sindicato de Camioneros, siempre y cuando se ponga de acuerdo con Liliana Zulet, la pareja de su padre, con la que se lleva a las patadas.
l Salvaje está muy preocupado por la paritaria y el intento de flexibilización laboral de la boca para afuera. Pero la verdad es que en esos asuntos, no pincha ni corta. De eso se ocupa su padre, y los burócratas sindicales que lo rodean.
Pablo Moyano es más práctico. Cuenta el dinero del fideicomiso Arístides y de las cuentas en el exterior con 30 millones de dólares que Independiente no declaró a la AFIP.
Pablo se encarga además de otro equipo de fútbol, Camioneros, de la mutual y de la aseguradora Caminos Protegidos. Las luchas y las reivindicaciones históricas del peronismo, el bombo, la simbología de la defensa irrestricta de los trabajadores, es pura venta de humo "para la gilada".
Así que lo que vamos a ver, esta noche, desde Ezeiza, cuando Pablo Moyano baje del avión, es nada más que una puesta en escena. Una escenografía armada que ya ni se creen ni los propios organizadores. De hecho, muy pocos de los que asistan hoy a semejante regreso triunfal irán de manera espontánea, como lo hicieron el 17 de octubre de 1945 los trabajadores para conseguir la liberación del coronel Juan Domingo Perón, por entonces secretario de Trabajo y Previsión Social y a quien ya habían proclamado candidato a presidente.