¿Por qué el gobierno de Estados Unidos pidió información sobre la salud mental de tu presidenta? ¿Me puedes explicar por qué razón antes de la muerte de Néstor Kirchner, hace apenas un mes, el Gobierno tenía un 70% de rechazo y ahora las encuestas dicen que si se presenta para la reelección Cristina podría ganar en primera vuelta? He leído que al ex presidente lo quieren transformar, a la fuerza, en un santo. He oído que hay brigadistas oficiales que les cambian el nombre a las avenidas y los pueblos para colocarle el de "Presidente Kirchner", sin trámite parlamentario que lo autorice. ¿Es verdad? ¿Por qué la Argentina es el país de América latina que más creció en los últimos ocho años y, sin embargo, casi no redujo la tasa de pobreza? ¿Cómo es ese "follón" de las consultoras fantasma, que cobraban un piso del 15 por ciento en los negocios de las ventas de los vagones que compraban en España y pedían dinero a las empresas españolas para la campaña del "top" o "del número uno"?

Todas estas preguntas, en distintos momentos y con diferentes tonos, son formuladas por los algunos pocos españoles que, ahora mismo, en Madrid, todavía se interesan por la Argentina y su situación política, económica y social. Se trata de sociólogos, periodistas, trabajadores y hombres de negocios que tuvieron o tienen algo que ver, todavía, con nuestro país. Y también de argentinos que hace años viven en España y siguen las noticias del país donde nacieron. La mayoría de ellos sólo tiene tiempo para pensar en la economía de España, primero, y en su propia economía personal, después, porque ambas se encuentran en el peor momento desde que el país ingresó a la Comunidad Económica Europea.

Unos pocos datos sirven para aclarar de qué estamos hablando. Se considera a la economía de España la más frágil de Europa, después de las de Irlanda, Grecia y Portugal. Los inversores globales están huyendo de este país como en 2001 lo hacían de la Argentina. José Luis Rodríguez Zapatero ha tenido que anunciar un plan de austeridad que incluye recortes de salarios para todos los funcionarios. El presidente del gobierno español acaba de convocar a más de treinta de los más importantes empresarios para generar confianza en su gestión, pero casi todos ellos le han sugerido que hable menos y haga más. Los precios de las propiedades cayeron entre el 30 y el 50%. Sin embargo, nadie compra ni vende nada. Por lo menos cinco millones de españoles no tienen trabajo. Eso significa que cerca del 18% están desocupados, lo que representa uno de los índices más altos de toda la comunidad europea. En Cataluña, los socialistas acaban de recibir su derrota más contundente desde la restauración democrática. El principal líder opositor, Mariano Rajoy, número uno del Partido Popular, a quienes muchos consideran aquí el próximo presidente, sólo abre la boca para pedir que Zapatero renuncie y convoque a elecciones anticipadas.

Hay, aquí, dos novedades dignas de mencionar. Una: ahora el metro puede ser comparado con el de París o el de Londres, porque sirve para recorrer toda la ciudad en muy poco tiempo y con un sistema de señalización muy fácil de comprender. Y dos: hay inmigrantes y españoles que piden limosna en los semáforos de las principales avenidas y también dentro de los vagones del metro, algo que nunca se había visto antes por aquí.

Sin embargo, la novedad más importante se viene produciendo desde hace unos meses, y tiene impacto tanto en España como en la Argentina. Es la llegada a nuestro territorio de 1200 personas que todos los meses viajan desde este país en busca de un futuro mejor. De todos modos, todavía en los canales de televisión se siguen pasando programas enteros e informes especiales sobre la pobreza y las villas de emergencia, como uno de los aspectos más relevantes de la Argentina; los otros son la repentina viudez de la Presidenta y los casos de corrupción que involucran a Ricardo Jaime, a quien los medios presentan, con razón, como uno de los hombres de mayor confianza del fallecido Néstor Kirchner.

Acá también, como en otros países, hay asociaciones de argentinos que apoyan al gobierno de Fernández de Kirchner y su política de derechos humanos. Se trata de organizaciones no gubernamentales que tienen buena conexión con la embajada argentina y que reciben información sobre los compatriotas que pasan por España. Algunos de ellos están muy atentos por la visita de varios colegas que vinieron hasta aquí para obtener más información sobre los mails que Manuel Vázquez, el asesor todoterreno de Jaime, intercambió con el empresario y lobbista Manuel Lorente, y que estaría revelando la existencia de una embajada paralela y una trama de corrupción que involucraría tanto a argentinos como a españoles.

Amigos comunes tuvieron la delicadeza de anticiparme que en la embajada ya se habían enterado sobre la presentación de mi libro en el Círculo de las Bellas Artes. También me advirtieron, con buena intención, que no sería bien visto que "hablara mal de la Argentina mientras estoy fuera del país".

A todos ellos les respondí, con todo respeto, que no viajé hasta aquí para hablar mal del país sino a presentar un libro de investigación periodística. Y que comprendía el contexto: sólo ha transcurrido un mes de la muerte de un ex presidente que sigue generando amores y odios debido al tremendo peso político de su figura.

Sobre el abrupto cambio de humor de la opinión pública tras la muerte de Kirchner, mejor evitar afirmaciones que podrían ser consideradas definitivas. En realidad, se trata de una foto que está siendo manipulada desde ambos lados. Los kirchneristas quieren transformarla en una película y por eso ahora elevan a su líder a la categoría de santo. La oposición la subestima, porque supone que en marzo del año próximo el nivel de rechazo hacia el oficialismo será igual al que se registraba antes de la desaparición del ex presidente.

Lo que no se puede manipular son los datos duros y verificables. La permanencia de la pobreza estructural a pesar del crecimiento y los escándalos de corrupción del anterior y el actual gobierno están a la vista y ningún periodista los puede ignorar: ni en la Argentina ni en ninguna parte del mundo, por más elegante y respetuoso que quiera parecer.

 

Especial para La Nación