(Columna presentada en Radio Berlín y publicada en Infobae) El Gobierno necesita pasar diciembre sin sobresaltos. Sin saqueos ni conatos de estallidos sociales. Con el presupuesto aprobado y el mercado financiero en calma. Después, dicen en la mesa chica, todo será mejor. No mucho mejor. Un poco mejor. Apenas mejor. Con la inflación a la baja. Muchas fotos del país lleno de turistas, y esperando una cosecha récord. La contracara exacta de la sequía del año pasado, que hizo perder más de un punto del Producto Bruto Interno.
"Hay que pasar el verano", me dijo un ministro, notablemente estresado.
Dos hombres que trabajan junto al presidente Mauricio Macri consideran que el círculo rojo y la mayoría de los medios están siendo injustos. Que se la pasan hablando del fracaso de la política económica pero no valoran la presente estabilidad cambiaria ni el hecho de que no se están registrando episodios de violencia social derivados de la crisis económica.
"La crisis está, pero la estamos conteniendo", afirma uno de los dos dirigentes. Ahora mismo, en el gabinete, hay una fuerte discusión política. Se analiza si Carolina Stanley debe continuar dando dinero de los planes sociales a quienes toda la semana hacen un piquete en la puerta del ministerio, o si debe empezar a mantener distancia y cuidar la billetera.
La ministra Patricia Bullrich, por ejemplo, cree que se trata de una gran contradicción. Que de alguna manera el Gobierno termina financiando las movilizaciones. Pero otra área del Gobierno, la que le aporta información de inteligencia al jefe de Estado, supone que los micros y la logística están siendo financiados ahora por dinero de Cristina Fernández y de Hugo Moyano. O, para ser más precisos, con fondos que a la expresidenta le quedaron de su paso por la función pública, y los miles de millones de pesos que maneja el Hombre del Camión, a través de la obra social.
Las mismas diferencias de criterio que hay sobre cómo vincularse con los dirigentes sociales existen cuando se pone sobre la mesa el nombre de Moyano. Cerca del presidente y el propio secretario Jorge Triaca entendieron que antes de enfrentarlo abiertamente, debían acordar con el resto de la CGT los detalles del bono de compensación, para evitar un nuevo paro general.
Pero funcionarios que responden al ministro de Transporte Guillermo Dietrich creen que si no se lo termina de confrontar y no se le limita el poder económico, Moyano y todo lo que él representa van a seguir siendo un problema.
Por cierto, antes del inicio de la cumbre del G-20 los gremios de la industria aeronáutica preparan otra huelga salvaje y sorpresiva, parecida a la de la semana pasada. El ministro Dante Sica y el secretario Triaca están ahora más atentos que nunca.
Los ministros de Hacienda, Nicolás Dujovne, y el de Interior, Rogelio Frigerio, también. Pero por otras razones. Quieren saber exactamente cuál será el impacto en las cuentas del Estado de la inminente resolución de la Corte Suprema sobre la actualización de haberes de un jubilado.
Mientras tanto, Marcos Peña se ocupa de la materia que mejor maneja: la próxima campaña electoral. Las minivacaciones de Elisa Carrió dieron un breve respiro a todos. Parece que Lilita está de vuelta. Y con más ganas de hacer política que nunca. Peleando por lugares en las listas y poniendo la mirada en algunos focos de corrupción que, sostiene, existen en el actual Gobierno. Habrá más informaciones para este boletín.