(Columna presentada en Radio Berlín y publicada en Infobae) El ala política de Cambiemos, representada en especial por Emilio Monzó y Nicolás Massot, tiene nuevos argumentos para sostener que la mejor estrategia electoral y de Gobierno es abrir el espacio a dirigentes peronistas, en vez de encerrarse una vez más con el riesgo de perder.
El primer argumento: consideran que el juego de la grieta, que potencia tanto a Mauricio Macri como a Cristina Fernández, es altamente riesgoso y demasiado "finito". Y lo acompañan con la opinión de que la nueva política económica, más allá de la calma del dólar, no tiene el éxito asegurado.
"No hay garantías de que este nuevo intento de manejar la economía sea completamente exitoso. Es más: hasta puede darse que, de tan audaz, no le acertemos con el timing, y empiece a dar sus frutos después de las PASO de agosto, o las generales de octubre", me dijo un integrante del ala política.
El segundo argumento de peso es que las últimas encuestas, donde aparecen el Presidente y la expresidenta cabeza a cabeza, paradójicamente le hace mal a la economía porque los inversores internacionales y los locales no van poner un peso en la Argentina si perciben que existe la más mínima posibilidad de que Cristina Fernández vuelva a asumir el poder.
"¿Por qué te creés que el dólar baja pero no baja el riesgo país? Porque todavía nadie da por descontado el triunfo de Mauricio, igual que tampoco dan por concluida la recesión y el inicio de un crecimiento sostenido", razonó la fuente.
Tanto Monzó como Massot consideran que ya es tarde para sentarse a negociar un acuerdo político, por ejemplo, con Sergio Massa, con el objetivo de sumarlo al proyecto del oficialismo.
Sin embargo ninguno de los dos pierde las esperanzas de seducir a Juan Manuel Urtubey, o a un par de gobernadores peronistas cuyos nombres y apellidos no quieren ni siquiera pronunciar.
El ala política de Cambiemos insiste con la idea de abrir el espacio e integrar a dirigentes que no piensen igual, no solo en clave electoral sino para gobernar con éxito en el caso de que Macri sea elegido para gobernar otros cuatro años.
"Supongamos que la estrategia electoral de polarizar siga teniendo éxito en las próximas elecciones. El otro gran problema que tenemos es que, aun ganando, no tendremos la masa crítica suficiente como para aprobar los cambios de fondo que necesita el país. Desde la reforma laboral hasta las modificaciones en el sistema previsional para que no vuelva a explotar la economía. ¿Cómo lo vamos a hacer? ¿Con que mayoría parlamentaria?", se preguntan.
La alta fuente perteneciente al ala política de Cambiemos aseguró que frente a este razonamiento, el sector identificado con el jefe de gabinete Marcos Peña y el consultor Jaime Durán Barba admite que necesitarán de la oposición y que deberán, entonces sí, establecer acuerdos políticos de mediano y largo plazo.
"Pero si al final tenemos la grandeza de admitir que no podemos gobernar solos y en minoría, ¿por qué no anticipar los acuerdos y suscribir alianzas electorales ahora para garantizar, después de octubre del año que viene, más volumen político para gobernar durante los próximos cuatro años?", se pregunta la fuente, desde su propia lógica.
Es la lógica inversa a la que emplean Peña y Durán Barba para seguir sosteniendo que se pueden ganar las elecciones e incluso gobernar "cerrados y puros". Es decir: sin contaminarse con acuerdos que podrían confundir al votante que integra el núcleo duro del apoyo a Macri.
Ellos continúan pensando que el problema de hacer ingresar a Cambiemos a dirigentes que son ahora mismo rechazados no servirá para sumar votos, sino para espantar a los más fieles. Ellos argumentan que no es solo un problema de especulación electoral, sino algo más profundo. Una cuestión ideológica. Y hasta de identidad cultural.
Al mismo tiempo, la discusión de fondo parece repetirse hasta el hartazgo. Solo que cuatro años después. Y sin ningún avance notable en las variables económicas, sociales e incluso culturales de la Argentina.