(Columna presentada en Radio Berlín y publicada en Infobae) Sin hacer demasiado aspaviento, casi en silencio, algunos referentes de Cambiemos trabajan para abrirle la puerta a dirigentes del peronismo a los que consideran "más racionales" y "más cercanos".

No lo gritan a los cuatro vientos por dos razones. La primera: su éxito depende de que nadie se entere antes de que el desembarco se produzca. La segunda: quienes comandan el operativo "ambulancia" tienen miedo de ser desautorizados a último momento. Por el jefe de Gabinete, Marcos Peña. O por el propio presidente de la Nación.

Si solo de Macri dependiera, él mismo estaría llamando ahora al gobernador de la provincia de Salta, Juan Manuel Urtubey, para convencerlo. Suele decir, en voz alta: "Es uno de los pocos que entiende cómo funciona el mundo".

Hasta no hace mucho, Macri, también opinaba lo mismo sobre el gobernador de Córdoba, Juan Schiaretti. Pero ahora el jefe de Estado se convenció de que jamás podría contar con él cuando las papas queman de verdad. Se terminó de dar cuenta cuando lo llamó para que lo ayudara a evitar el pacto entre los diputados kirchneristas y los del Frente Renovador que logró el desplazamiento de Mario Negri por Graciela Camaño en el estratégico Consejo de la Magistratura.


Es verdad que Schiaretti adujo que no iba a poder hacer eso por Negri "porque Mario está en campaña y me putea cada vez que abre la boca".

Es posible que el jefe de Estado haya recordado la advertencia del propio diputado radical cuando le dijo: "No te confundas con los peronistas. Con ningún peronista. Te van a decir que sos el mejor para sacarte la plata de la billetera. Y cuando te tomen el tiempo irán por vos. Por la misma cama en la que dormís con tu esposa. Por la linda huertita que está preparando Juliana".

El intendente de Vicente López, Jorge Macri, quiere asegurarse un gran triunfo en la provincia de Buenos Aires. Por eso insiste con pedir la anulación de las PASO. Es para que la oposición no se pueda ordenar o lo que es peor: no se pueda alinear detrás de la figura de Cristina Fernández.

La gobernadora María Eugenia Vidal puso a todo su equipo electoral a pensar costos y beneficios de separar la elección provincial de la nacional o la elección provincial de la de intendentes.

El último es uno de los pedidos que le hizo Sergio Massa, para evitar que los barones del conurbano vayan pegados a la boleta de Cristina con el sueño de lograr su supervivencia.

Pero cuando el ala política de Cambiemos habla de abrir las puertas para integrar al espacio a intendentes peronistas del todo el país, además de figuras nacionales como Urtubey, el gobernador de Río Negro, Alberto Weretilneck, y hasta el mismísimo senador Miguel Ángel Pichetto suelen minimizar lo que le cuesta a la coalición acordar con un socio ya instalado -el radicalismo- las listas de candidatos para las elecciones del año que viene.

"Si fuera tan fácil sumar a un peronista sin pelearme con un radical o no poner en riesgo el delicado vínculo con Lilita (Carrió) ya lo hubiera hecho hace rato", argumenta Macri, cada vez que le piden que Cambiemos amplíe su base de sustentación. Dicen que ahora aparece más dispuesto que antes. Habrá más informaciones para este boletín.